lunes, 26 de enero de 2009

The New Yorker Dic 22 & 29, 2008 - Winter fiction issue

Lo primero que me llamó la atención de éste número fue la portada. Una ilustración estilo Piet Mondrian, en colores rojo, blanco y verde, en un número de navidad, a mi parecer, solo puede representar algo: un arbol de navidad. Independientemente del chiste ñoño (que, a mi parecer es muy bueno), ésto habla muy bien de la calidad de la revista. No se detiene ante la probable ignorancia de un probable lector. Leerla implica un esfuerzo, pero, un esfuerzo que ciertamente tiene sus frutos y que provoca, en última instancia, una satisfacción especial.

En particular éste número doble fue dedicado a relatos de ficción. Curiosamente, los cuentos y narraciones presentados en New Yorker (Harper's presenta el mismo caso) tienen, entre otras cosas, algo en común: Son historias donde la felicidad es un componente opcional, y en muchos casos inexistente, dentro de una vida dura e insensible. No por eso (o quizá exactamente por eso) en general son muy buenos.

Una pareja rota, que se engaña mutuamente con otra pareja de amigos. Ella, una mujer desesperada, agobiada por los problemas con los que se ve obligada a cargar sola. Acosada por un amante al que quiere dejar. Él, un hombre desempleado, con un desorden psicológico depresivo, que gasta trescientos dólares en un ramo de flores para expresar algo que no siente todo el tiempo. Que considera que su mujer es el amor de su vida, pero que al mismo tiempo, cree que ya no pertenece a esta vida, que lo ha rebasado, y que debe aislarse. (Another Manhattan – Donald Antrim).

La muerte de un hombre con una enfermedad terminal en los 50s, rodeado por su mujer (maestra, que tiene que trabajar), su madre, que trama una relación entre su hijo y una masajista, y una adolescente que lo cuida los dias que trabaja su esposa, y que finalmente, y de forma parcialmente involuntaria, lo asiste en su toma de decisiones, cuando decide quedarse con su esposa y sacar a su madre de su vida. Llama fuertemente la atención la forma del cuento, como si fuera una memoria de alguien que recuerda, en un futuro lejano, lo sucedido en su infancia (Some Women – Alice Munro)

Si bien las relaciones de pareja son material inagotable para explorar las debilidades humanas, la relación discipulo-maestro también dan mucho de que hablar. Un poeta de una generación promisoria en un país latinoamericano (Chile) va al reencuentro con un maestro (muerto), quien los impulsó en el principio de sus carreras. Quien los hizo ser lo poco que pudieron llegar a ser. Y en quien finalmente refleja cómo el mismo está acabado, cómo su grupo en realidad nunca pudo hacer nada, y cómo lo único que le queda para poder vivir es hacerlo en el pasado, cuando pudo haber sido alguien. (Meeting with Enrique Lihn – Roberto Bolaño). Tengo que leer a Bolaño, pronto.

Más allá de la ficción, tenemos un artículo sobre el boom de “novelas” escritas por mensajes de celular en Japón, y que son ahora un fenómeno en la isla. Mas allá de lo que nos muestra sobre el nivel de incultura en un país altamente industrializado (en su mayoría los lectores de este tipo de relatos no han leido la “Historia de Genji”), provoca una reflexión sobre la naturaleza de la cultura. No es un fenómeno de masas, y no tiene porque serlo ni competir con el. Evidentemente los resultados no tendrán el valor de una novela de Bolaño, por ejemplo, pero cumplen una función que, en su caso, las novelas de Bolaño tampoco pueden cumplir. Satisfacer la imaginación y las fantasías de lectores (principalmente adolescentes) que no tienen los recursos ni la intención de hacer el esfuerzo que requiere leer una narración compleja. Y que, a decir verdad, no tienen que hacerlo.

Finalmente, la publicación de los diarios de Susan Sontag refleja mas de esta compleja y enigmática mujer, a la que siempre valdrá la pena leer, pero que, en cuanto a su vida privada, sus decisiones no son las más ortodoxas ni tampoco puedo decir que las comparta. Queda como resultado el hecho de que prefiero leer las obras que escribió para publicarse, y su vida privada, dejarla como tal.

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